Desperdiciando el rosario en Idolitos.
Por Ikarus.
La importación de formulas establecidas para hacer negocio en nuestro venerable país, no es nuevo. Desde el punto en el que somos centro de transito de América Latina para la mercancía de baja calidad proveniente de países asiáticos, y que sin proponerlo en la Cámara de Comercio, logramos hacer de nuestro territorio político el principal punto de paso de falluca, piratería y “productos similares” de marcas originales, sin entrar en detalles de su fabricación, en lo cual también somos potencia mundial. Desde hace algunos años hemos también modificado nuestra forma de ser “monos de imitación” para no solo pervertir nuestras propias ideas, sino de copiar e incluso revalorar las ideas extranjeras.
El concepto “Idea Original” ha quedado en el pasado. La repetición y el fusil son lo de Hoy. Prueba de ello es la proliferación de grupos de cantantes, a veces girl bands, a veces solistas, que basan desde su imagen, hasta el idioma en que realizan sus presentaciones musicales, en un producto bien pensado y erigido en Japón: Las Idols.
Estos grupos de niñas, bien intencionadas cabe decir; se basan en la admiración, a veces pura y sincera, a veces cargada de morbo y con gran contenido sexual, que IL popolo tiene del lejano país de la bolita en la bandera. Allá, en las tierras Niponas, los grupos de cantantes Idol (niñas púberes y prepúberes que bailan y cantan en coreografías estudiadas, con temas recurrentes al amor y a la felicidad de ser joven, o bien a ambientar otros aspectos populares basados en medios de comunicación), son un producto maduro, fruto de la evolución de un mercado de años y de la explotación de la cultura popular Japonesa (JPop), que si bien no aporta nada intelectualmente, tienen su lugar y efecto en toda una población de japoneses en pleno desarrollo, sirven como soporte de una industria de ciencia ficción, publicidad, presencia creciente en medios, y que, en ultimo caso y sin ser totalmente críticos al respecto, ocupan un lugar de acompañamiento en el crecimiento personal de la misma forma como en occidente existen Barney, Pocoyo o los teletubbies.
En México la cosa es distinta. Nuestro mercado no presenta ni los antecedentes históricos de Japón, ni la misma idiosincrasia, que si bien, la Nipona nos parece en extremo atractiva, en un común denominador no podemos siquiera comenzar a entenderla. Toda expresión popular tiene sus raíces en la misma fábrica social a quien representa. En tierra mexicana, la cultura Jpop es un árbol trasplantado, sin raíces. Y con raíces me refiero al discurso ideológico de las mismas idols: el regreso a los valores básicos de bienestar, honestidad, positividad, respeto a la niñez y al amor como componente genuino del pensar y actuar del individuo. En México son exclusivamente un producto comercial, sin antecedentes filosóficos ni valores que soporten el actuar. Los directores de estos grupos deben haber caído en cuenta que una niña en minifalda, sin maquillaje, cantando a veces en un idioma inexistente, frente a una jauría de seres hambrientos de espectáculo con contenido sexual, vende. Y ha de vender muy bien, puesto que cada convención de cómics podemos enterarnos de un nuevo “lanzamiento” una “nueva promesa” o de la “Idol que México esperaba”. Presentando de nuevo un producto mal terminado, mal pirateado, con pobre calidad histriónica, sin ensayos previos, sin coreografías, sin enfoque puntual, mas parecido a un karaoke en minifalda que a un verdadero intento por “Homenajear” a las superestrellas (por ventas) de Japón. Donde la única novedad que he notado, con respecto al modelo original, es que la carga sexual es mas alta (-solo faltaba el tubo- MAP Dixit), pero con nula creatividad, y, según las pruebas de vídeo, sin siquiera entender plenamente lo que estaban haciendo.
Dicho esto, yo esperaría que la próxima convención de cómics, tuviéramos una sorpresa refrescante, o por lo menos mejor ensayada y como un producto bien terminado, aunque sea pirata, pero lo ideal seria que fuera una verdadera convención de cómics, y no otro tianguis donde pagas para poder ver a los mismos puesteros con la mercancía de moda. A ver si ya nos vamos volviendo selectivos, ¿no?.