Kagome writes, «No tiene nada de malo… solo nos obsesionamos un poco aveces… pero..«
Bueno, depende del punto de vista de las jovencitas que somos flechadas al ver a los chicos de las series de animación. Pero no es solo que el chico esté hermoso por fuera…. si no la magia que hacen los mangacas (dibujantes) les dan un sentimiento, una mirada y… es algo que con palabras no se puede explicar. Por ejemplo, Trunks de la serie de Dragon Ball está presioso y es suave verlo pelear con esa…ah! fuerza… pero no es tan hinocente o lindo como por ejemplo… Li de la serie de Sakura Card Captor y que decir de mi Amado Inuyasha que no sabe por quien decidirse Además de que los tres tienen unos ojos preciosos y cara hermosa. Lo maravilloso (repito) es la magia que le dan los dibujantes, ¿que sentiran de saber que millones de jovencitas mueren por sus personajes ? y aquí va la parte mas triste…NO SON REALES!! son solo una fantasía creada por un dibujante he aquí donde muchas personas dicen que es una tontería enamorarse de una caricatura, por que te estas muriendo por alguien que NO EXISTE! pero mientras los dibujantes les den esa magia y nos transmitan la fantasía de soñar con un personaje nosotras las Otakus de chicos del anime seguiremos siendo fieles. De que se quejan las demas? nuestros niños de las caricaturas o mangas son tan inalcanzables como Brad Pitt!. Tambien la magia que les ponen a sus historias, hacen leyendas tan llenas de fantasía que aveces algunos podemos llegar a pensar que en verdad existen dioses y monstruos, y ques tal vez algun dia de nosotros dependa el mundo! suena riduculo pero gracias a Clamp, Akira Toriyama, Rumiko etc. estas fantasias entran a las almas de muchos fans y algunos nos hicieron soñar y a otros aun los siguen haciendo.
-Sheyla
Genio de medio tiempo, sociólogo por formación, linuxero por convicción, el loco tras la idea de seguir con infraestructura en vez de usar la web2.0, dejo de jugar consolas cuando salio SF2 para SNES, declara que le encanta el diseño de las Mac, pero el costo ni cercanamente, censor vitalicio de lo que se dice en la cobacha