Mostrenco writes, «Escasos treinta minutos fueron suficientes para percatarnos que la TNT está acabada«
El domingo 30 de octubre había salido de mi reducto para ir a platicar con mi amigo Blas, con quien había estudiado el tronco común de ingeniería en Tampico. Había venido a dejar a su novia en el aeropuerto y quería aprovechar para saludar a los camaradas y rememorar viejos tiempos…
Nos vimos bajo el reloj del metro Zapata, lo encontré algo más embarnecido (parecido a Barney) y justo cuando me preguntó que cómo me iba le dije que esto, que lo otro, que la TNT…
-¿Que ya va a ser la TNT? -me preguntó azorado.
-Ya está, se acaba de inaugurar, chavo.
-¿Y qué estamos haciendo acá entonces?
Ah sí… cuando vives fuera del DF, todo lo que pasa dentro de esta insufrible parcela de concreto parece cosa del otro mundo. Pero ya después de cierto tiempo y de varias TNT, uno se fastidia que te vendan siempre lo mismo. Se lo medio comenté en el camino, pero no demasiado explícitamente. Llegamos a Tlatelolco y no batallamos para entrar (eran como las tres de la tarde), pasamos por el corredor de los sustos, cosa que detesto, varios inútiles del estaf en ropa de civil casi me sacaron uno.
Ya adentro, lo de siempre, gente por todos lados, los mismos espectáculos chafas de siempre (vimos en el escenario de la entrada un imitador de Michael Jackson), la misma piratería de siempre, los mismos expositores, la misma gente, hasta los mismos disfraces. Todo ya lo había visto y mi amigo Blas no estaba para nada impresionado.
-Oye… ¿y si nos salimos? -Blas como que ya tenía algo de hambre, nos enfilamos a la salida exactamente a los 30 minutos de haber entrado, nos pusieron un sellito de tinta invisible (ultravioleta, según Blas) y fuimos a comer en el bufete que hay junto a la Mega. Allí discutimos de los principales tópicos que tenemos los hombres, según Renato Leduc, y de allí acabamos en el Starbuck que está en Centro Coyoacán discutiendo de cosas obtusas con dos amigos suyos de la maestría, que por cierto, allí noté con alguna extrañeza que no estuviera puesto el Chupacabras y me informaron al día siguiente que el Chupacabras había dejado de existir.
Finalmente encaminamos al camarada a la Central del Norte para que regresara a Tampico.
Pregunta: ¿A qué fuimos finalmente a la TNT? Yo no quería ir, el otro nunca había ido, pero se aburrió. No vimos nada extraordinario y no vimos ningún interés de parte de los organizadores por que este asunto mejore, y cómo va a mejorar, si háganlo del modo en que lo hagan, igual la gente irá.
La TNT está acabada; es una niña mimada y obesa que reina ante la absoluta falta de competencia que las otras convenciones le ofrecen. Es la princesa tuerta en este territorio de ciegos.
Personalmente no pienso volver a ir a una TNT, es el momento de ejercer el sentido crítico y no dejar que nos sigan viendo la cara. A menos que juzguen que un evento de tales características es lo que se merece nuestra afición… que lo he llegado a pensar.
En fin, feliz día de reyes.
Mostrenco
Genio de medio tiempo, sociólogo por formación, linuxero por convicción, el loco tras la idea de seguir con infraestructura en vez de usar la web2.0, dejo de jugar consolas cuando salio SF2 para SNES, declara que le encanta el diseño de las Mac, pero el costo ni cercanamente, censor vitalicio de lo que se dice en la cobacha