Deja realeza por amor

( María R. Linares )

Adiós palacio, privilegios y linaje, ayer se casó por amor y no hay vuelta de hoja, a la usanza de las viejas historias de princesas y guerreros, Sayako renunció a todo con tal de iniciar una nueva vida al lado de, el plebeyo, Yoshiki Kuroda.

Quién diría que en una época en la que el matrimonio es una institución en declive, la princesa nipona dejaría todo para estar en brazos del amor de su vida, a quien por cierto conoce desde la infancia.
Nori no miya, nombre oficial de la princesa, besó a su amado pero éste no se convirtió en príncipe, por el contrario ella se convertirá en una más del pueblo.

Será ama de casa, tendrá derecho a criar a sus hijos ella misma, mas no padecerá de depresiones como la esposa de su hermano la princesa Masako, por no engendrar varones.
Podrá vivir su amor libremente con Kuroda como cualquier mortal, bueno casi como cualquiera, ya que su dote asciende a 152 millones de yenes, es decir la nada despreciable cantidad de 1.3 millones de dólares.
Los fondos para que a la exprincesa nada le falte, fueron aprobados en octubre pasado por el Consejo Económico de la Casa Imperial.

¿Para qué le alcanzará? Bueno, modestamente podría comprarse un apartamento de 140 metros en una de las mejores zonas de Tokio; dedicarse por puro amor al arte a la Ornitología; o quizá crear un fondo para el estudio del martín pescador, ave que tanto le gusta.

La princesa tuvo que soportar la presión del pueblo y los medios, mucho antes de que fuera anunciado oficialmente su enlace, y además debió hacer caso omiso, de lo que para muchos, fueron malos presagios con respecto a su matrimonio.

El anuncio de su compromiso fue aplazado en dos ocasiones: primero porque un violento terremoto dejó a su paso una secuela de muerte sobre Japón a finales de octubre del año pasado; y segundo, la tía del emperador, la princesa Kikuko, murió a los 92 años en diciembre del mismo año.

Finalmente el anuncio se realizó a finales de diciembre de 2004, y hoy día es la única mujer perteneciente a la monarquía nipona, que ha contraído matrimonio durante los últimos 45 años.
La pregunta es inevitable, por qué en tanto tiempo no se han casado las princesas japonesas, por falta de hombres no, eso es seguro, pero falta de hombres reales que les agradaran a ellas sí.
Y es que gracias a un buen general inglés llamado Douglas MacArthur 1880-1970, la princesa se quedó sin buenos partidos.

El general cortó, suprimió y redujo al mínimo la realeza del Sol Naciente, de hecho sólo perdonó a la familia imperial condenándola así a su lenta extinción, o en su defecto, y como ha ocurrido hasta ahora, sus miembros han terminado por bajar al pueblo a cortar flores para sus hijos.

El actual emperador Akihito contrajo nupcias con Michiko, una plebeya, y su primogénito el príncipe Naruhito también se casó con la ahora princesa Masako, una mujer letrada, y con amplia experiencia en materia diplomática, pero recluida a la vida de palacio.

La princesa Sayako era la que siempre quedaba apartada en una esquina en los eventos de la familia real, pues es la más chica de los tres hijos de los emperadores nipones, y la única soltera, hasta que se reencontró con Yoshiki Kuroda.

El celestino en este cuento de princesa y plebeyo, fue el hermano de Sayako, el príncipe Akishino, quien propició el encuentro entre su hermana menor y el urbanista municipal en enero de 2003.
Los tres son egresados de la Universidad de Gakushuin, donde terminaron su formación profesional y ella es investigadora de planta en el Instituto de Ornitología.

Un año y meses después de haberse reencontrado, y enamorarse profundamente, hacen oficial su anuncio de matrimonio y el 19 de marzo de 2005 Kuroda pidió formalmente la mano de Sayako, también conocida princesa Nori.

Este imperio no ha visto boda real de sus mujeres
La boda de la ex princesa se llevó acabo en medio de una mezcla de tradiciones occidentales y orientales, sin la fastuosidad de una boda real, no obstante emotiva para el pueblo japonés.

Sólo se hicieron acompañar por sus seres queridos más cercanos, en el más elegante salón del Hotel Imperial.
Ella portó un vestido de novia blanco al modo de occidente, al igual que el novio quien portará un traje de chaqué.
El ritual del enlace fue oriental: Al Palacio Imperial llegó un primo del novio para entregar un mensaje a la princesa, ella en respuesta emprendió el camino hasta su amado.
La princesa recorrió 1.5 kilómetros hasta los brazos de Kuroda, y fue custodiada por agentes de la policía de Tokio; para salvaguardar la boda.
El ritual religioso finalizó en una misa oficiada por el sacerdote sintoísta del Santuario de Ise, Michihista Kitashirakawa; frente a él y sólo 30 personas más los novios intercambiaron sus consentimientos con el rito del sansankudo, también conocido como la ofrenda mutua de copas de sake, licor de arroz.

Para el banquete la concurrencia fue de 130 personas. Después del festejo sólo les restará vivir una feliz y mundana existencia.

Un rito para el adiós y otro para la unión
La cuenta regresiva comenzó para Sayako el sábado pasado, cuando en una solemne ceremonia, renunció a sus privilegios y a su título nobiliario en pos de su felicidad. Con este rito agradeció a sus padres todo lo que en los últimos años le otorgaron, brindaron con sake por la felicidad de la única hija de los emperadores japoneses, quien tuvo que abandonar el palacio a partir de ese día. Luego vino la boda.

Tomado de http://www.cronica.com.mx/nota.php?idc=212253

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