Para encontarse, primero hay que perderse

Mostrenco writes, «Vienen los Oscar(t.m) chavitos, y hablaremos de una película que está nominada, nos interesa a los otakus y *no* es el ‘Ñor de los anillos.«

A finales del 2003 hubo dos películas que tienen en común varias cosas, pero que son muy diferentes entre sí. Las dos tienen una gran influencia de la cultura japonesa contemporánea, las dos son muy buenas películas y las dos tienen un pelón japonés conocido por sus cuates como “El Charlie Brown”. Una se llama “Kill Bill”, posiblemente la mejor película de acción de la historia; los otakus hemos hablado de ella hasta la saciedad y fue ignorada vilmente por la Academia (de ciencias cinematográficas, no por Yahir, Víctor, Raul, Héctor, Miriam, Estrella, etc). La otra es “Perdidos en Tokio” ( “Lost in traslation”) y está nominada en varias categorías y trata de un asunto muy humano como es la soledad.

“Perdidos en Tokio” trata de esto: Bob es un actor que fue muy famoso en los 70, pero que ahora está en plena decadencia; una empresa japonesa lo contrata por un par de millones de dólares para que anuncie whisky. Bob personalmente preferiría estar haciendo una obra de teatro, pero dos millones de dólares son dos millones de dólares. Llega a Japón, y simplemente no se halla. No entiende la cultura vernácula, no comprende ni el comportamiento de los japoneses ni las motivaciones que tienen para comportarse así. Por si fuera poco, su esposa lo tiene como diría mi apá “paroliado”: Le hace llamadas internacionales al celular, le faxea notas, le envía muestras de alfombra, pues la señora aprovechó la ausencia del marido para remodelar la casa. Todo lo anterior hace sentir a Bob muy mal, completamente prescindible, y durante la noches no puede dormir por estar preguntándose qué cuernos hace en Japón.

Por otro lado tenemos a Charlotte. Se acaba de casar con un chavo que es fotógrafo, y apenás se está dando cuenta de con quién se casó. El chavo nomás no la pela; tiene mucho mucho trabajo retratando grupos de J-Rock y horrores similares, el poco tiempo que él está con Charlotte lo dedica a contarle de cómo le fue en su trabajo, y mal haya de ella si se le ocurre responderle: No sí tú te crees mucho porque estudiaste filosofía en Yale, claro, piensas que los demás somos una bola de imbéciles ¿no es cierto?

Cómo sea, Charlotte pasa la mayor parte del tiempo sola, en la habitación del hotel donde ella y su marido se hospedan (hotel en el que también se hospeda Bob). Por supuesto que Charlotte se aburre y sale a recorrer Tokio. Viaja en Metro, va a las maquinitas, a los pachinkos, y todos esos lugares que nosotros los otakus sabemos qué son gracias al anime y al manga. Pero igual se aburre allí. Y en las noches no puede dormir.

Cuando Charlotte y Bob se conocen, decir que existe una mutua empatía es decir poco. Los dos se sienten del nabo, los dos tienen mucho que decir, lo único que necesitan es alguien que los quiera escuchar. Por esa razón se sienten tan bien uno en compañía del otro. Y entonces comienza la diversión: salen con los pocos amigos que Charlotte ha hecho en Japón al karaoke, a fiestas, a comer, que al “Tokio lucky hole” y despapayes por el estilo (Nota cultural: el Tokio lucky hole es el barrio de los teibols en Tokio, no me pregunten cómo es que sé eso); al regresar al hotel se mandan recaditos por fax o deslizan notas debajo de la puerta de su cuarto, pasan las madrugadas viendo películas mientras beben sake, o platicando de cómo se sienten, qué piensan hacer en el futuro, cuáles son sus dudas existenciales, y sus vivencias personales…

“Perdidos…” podrá aburrir a algunos, básicamente porque no pasa nada, hay muy pocas escenas de acción y está repleta de diálogos; pero esos diálogos son geniales, los personajes están bien delineaditos y el guión es muy inteligente. Quienes no salen muy bien librados en película son los japoneses. La manera en que Bob sufre los hábitos laborales de la gente que está a su alrededor, y el modo en que Charlotte mira a la sociedad japonesa en sus recorridos no es muy halagadora. Los japoneses son retratados como una bola de copiones sin personalidad; un conjunto de alienados que tratan de verse como occidentales siendo ellos más orientales que el Tai Chi. Qué bueno que Yukio Mishima fue cremado, pues de seguro sus cadáver estaría girando como trompo dentro de su tumba. O quién sabe, capaz que sus cenizas están en un reloj de arena.

Ya en el terreno personal por lo menos he conocido dos miembros del staff del AnimeProject que me dicen que se sienten identificados con “Perdidos…”. Yo también he tenido mis momentos de crisis como los que Bob y Charlotte tienen antes de conocerse.

“Perdidos…” tiene varias nominaciones a los Oscar, incluyendo el de mejor película, que es casi seguro que se lo lleva el ‘Ñor de los anillos. Está película es considerada favorita para llevarse el premio al mejor guión original y si la Academia (de ciencias cinematográficas) no le perdona a Sean Penn tantos y tantos años de estar hablando pestes sobre los Oscar, es seguro que don Bill Murray (Bob) suba por el premio al mejor actor.

En fin. Yo no me perderé esta entrega. Veremos que ocurre.

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