Fecha: 01/05/02
Entrada: 563
Muy por el contrario, fraternice con más gente de la que yo hubiera esperado o imaginado, constantes frases de aliento y apoyo, estudiantes y maestros que se autonombraban mis amigos, tanto mujeres como hombres, de alguna forma no podÃa evitar percibir que algo no encajaba perfectamente, ya que, asà como yo era de los pocos consentidos eran más los exiliados, estos eran humillados por los alumnos y los maestros les exigÃan mas trabajo, ¿qué estaba ocurriendo?.
Entre tanta gente aduladora estaba Felipe, lÃder indiscutible de la sociedad estudiantil, admirado y literalmente deseado por las jóvenes y respetado por los varones, y, por alguna extraña razón, el se centro en mi bienestar y confort mientras estuviera en el castillo. Este sujeto era alguien desconocido, unas veces era por demás amable y en otras ocasiones actuaba con una crueldad sin medida, pero siembre buscando sus propios intereses, como todos los que habitan “Grand Chapellâ€.
A tan solo un mes de integración llegarÃa el famoso y tan esperado dÃa de iniciación para todos aquellos al igual que yo, seran bienvenidos oficialmente en la universidad.
Antes de la ceremonia se elegÃan dos bandos, aquellos elegidos en gracia de la dirección y aquellos que por obligación tendrÃan que regresar a casa, ya que no solo importaba la familia, el poder o el dinero que uno poseÃa, sino la actitud y las aptitudes. A los pocos escogidos se les iba a buscar a sus habitaciones a altas horas en la madrugada del primer domingo del mes de abril.
Antes de poder despertar ya me encontraba en un ala del castillo que jamás habÃa visto, debido a que era subterránea, semejante a una capilla por los arcos y los grandes pilares, contando las cientos de veladoras que iluminaban el gran espacio. Fue bastante inusual ver que todos los alumnos sin excepción estaban presentes y los más antiguos envestÃan a los nuevos en una túnica púrpura no sin antes despojarlos de toda su ropa y para este momento yo ya me encontraba suficientemente perturbado, mi corazón y mis instintos me ordenaban que tenÃa que salir de ahÃ.
Después fuimos conducidos a unos asientos cubiertos de seda y éramos sujetados por los hombros por otros dos estudiantes de mayor tiempo y quienes tenÃan el rostro escondido con capuchas, no quise intentar desplazarlos por qué en ese momento considere que eso delatarÃa lo que intentaba esconder desde el primer dÃa.
Entro entonces un sujeto de edad ya avanzada, yo calculo que unos 70 años, custodiado por una escuadra de otros estudiantes e incluso maestros, de igual forma todos escondiendo los rostros, y llegando a un pulpito fabricado en mármol comenzó a hablarnos y aun ahora puedo recordar esas palabras…
- RegocÃjense, ¡oh! Jóvenes, por qué no solo son los más ricos de este pobre mundo, sino que ahora, despertarán de un largo sueño y junto conmigo y nuestro señor oscuro podrán empezar el verdadero camino que le depara a la raza humana, con nosotros a la cabeza del rebaño, como pastores, como jueces y como ¡verdugos! Hoy hijos mÃos, descubrirán que esta vida guarda más de lo que han imaginado, más haya del dinero y el poder, más haya de la muerte…
Después de esto aquel sacerdote comenzó a marcar a cada uno de los estudiantes con una cruz negra en el pecho y otra en la frente, fue cuando llego a mà que el sacerdote se detuvo por un momento y me miro fijamente a los ojos, después acerco su nariz a mi cabello y lo jalo bruscamente
- He aquÃ, un ser especial hijos mÃos, en verdad que no puedo asegurar que es, pero lo que si puedo decirles es que él será una gran adición para nuestra causa.
Y fui marcado al igual que los otros, el sacerdote retornarÃa al pulpito y reanudarÃa su extraño discurso.
- Ya han sido bautizados hijos mÃos, pero en esta nueva vida, no serán pecadores, no serán santos, no serán ángeles ni demonios, serán ¡dioses! Y como tales deben gozar de todos los privilegios, de todos los deseos y de todas las dichas, no se repriman nunca ante sus impulsos, por qué estarÃan negando a nuestro señor… pero he hablado mucho ya queridos hermanos, deben empezar a vivir como verdaderos amos del mundo y para tal fin les he guardado una gran sorpresa, he aquà 20 nuevos hermanos, sea pues entonces que les entrego a 40 mujeres, dos para cada uno, cada una de ellas tan hermosa como su contigua, cada una para complacerlos y si ustedes lo desean, para morir por ustedes, se las entrego ahora hermanos en señal de una hermosa bienvenida y lo único que deben hacer ustedes es aceptarlas ahora y tomarlas ante mis ojos, los de mas tiempo siéntanse libres de compartir su alegrÃa del mismo modo entre ustedes, niños y niñas que de comienzo asà la iniciación y su nuevo nacimiento….
Abigail, en el gran error que estaba cometiendo y en un tremendo odio que sentÃa hacia la raza humana eran lo único en lo que podÃa pensar, tenia miedo, mucho miedo, estos sujetos no estaban bromeando, esto iba enserio y mientras los demás comenzaban la orgÃa yo me levantaba bruscamente de mi lugar y alejaba a mis dos guardias lo mas lejos que pude, eso llamo la atención de inmediato y entre gritos y risas comencé a buscar una salida, tenia mucho calor, estaba empapado de sudor y de alguna forma sabia que mis sentidos habÃan alcanzado niveles altÃsimos de sensibilidad, la vista me ayudo a buscar la salida más pronta y encontrarme en el jardÃn principal corriendo de algo que la secta adoraba, un ser, antiguo, un ser diabólico, al llegar a la gran reja que unÃa a las dos gigantescas bardas me esperaban Felipe y 10 estudiantes más, ninguno iba a dejarme ir.
- Eres un entupido Javier, te han ofrecido la vida eterna, una vida como un dios y tu lo rechazaste, o regresas o te mueres…
En ese momento una gran cólera me invadió por dentro y comencé a sentir un odio increÃble por ellos, en especial por Felipe, sin perder tiempo con ellos y sin entrar en razón pude dejar fuera de combate a los 10 sujetos, pero Felipe, él dio increÃble resistencia, sus golpes eran como dos placas de acero y sus patadas dos bloques de cemento solidó, este sujeto tenia fuerza sobre humana, pero no era ni lobo ni vampiro, era algo más, pero al final no pudo contenerme, aunque fue por poco e inmediatamente continué mi carrera hacia alguna parte, lo más lejos que fuera, no me detuve, no me sentÃa cansado y mis perseguidores tampoco, fue cuando ellos comenzaron la persecución en vehÃculos todo terreno e incluso con un helicóptero por aire, tenia mucho miedo y me refugie en un bosque cercano con tal de poder pensar en algún plan para salir de ahÃ, y fue cuando la vi, a la luna llena en todo su esplendor, a la misma que nos socorriera cuando rescatamos a Yadira y por un instante me sentà abrigado en una inmensa seguridad, entre la brisa nocturna, los árboles y las hojas que cubrÃan el suelo y las raÃces, lo ultimo que recuerdo fue que mi corazón latÃa rápidamente y el calor de mi cuerpo ya era un ardor insoportable.
Al dÃa siguiente amanecà en un vagón en lo que parecÃa deshuesadero para trenes, por suerte logre percibir el aroma de una familia cercana y pude hacerme con ropas para reaudar mi camino fuera de Old Crow, cual serÃa mi gran sorpresa que al llegar a la estación central que un tren privado esperaba únicamente por mÃ, una segunda adquisición de Michelle, un súbdito de ella estaba aguardando mi llegada y sin más me deje caer rendido sobre un sillón mientras el me traÃa algo de comer.
- Justo a tiempo debo decir joven, la ama Michelle tuvo razón todo el tiempo y es por el deseo de la misma que tengo que preguntarle acerca de su estancia en Grand Chapelle
- No… no quiero hablar de eso…
- ¡Ja! Ella incluso predijo esa respuesta, supongo que sus dos últimas predicciones están en lo correcto.
- ¿Cuales? –
- Has descubierto la habilidad natural de tu especie para salir de un grave peligro…
- ¿Y la otra? –
- Vas a tomar acciones para terminar con aquello que viste en Grand Chapelle, pero necesitas la ayuda de la emperatriz y de nuevos compañeros…