Este texto es muy triste. Hay una parte muy trágica y se nota el dolor que tuvo santiago al ver lo que sucedió. Espero que a mí nunca me pase algo así, y admiro que haya podido mantener la cordura tras una experiencia como esta.
Texto 9.
Al principio no comprendí mucho de lo que estaba hablando. Mi mente estaba hecha un caos y tardaba en captar las palabras que me estaba soltando el extraño personaje. Hasta que de pronto, me vino como un flashazo las palabras de la anciana que nos recibió en su casa antes de venir para este horrendo lugar:
"Buscaron la ayuda del Obispo, el cual envió a un sacerdote especialista en este tipo de cosas... Creo que se llamaba Exorcista, porque todo mundo lo llamaba así.
Entró en la Mansión de don Antonio y pasaron los días y los días... Todos perdieron la esperanza, cuando de pronto salió. La gente rompió en júbilo, puesto que creyeroin que la maldición había terminado. Les dijo que ya había terminado todo, y que podían descansar tranquilos. Pero que nunca más se acercaran a la mansión, porque la maldad se quedaría sellada ahí, y que pasara lo que pasara nunca la vieran de forma directa, porque sería como provocar al diablo a que regresara."
- E-es usted...
- Sí... O mejor dicho "era". No creerás que estoy vivo, o sí? En estos momentos tendría doscientos veintiséis años.- soltó una risa cargada de amargura y yo no pude evitar sentir lástima por él. No tuve miedo al saber que era un espectro que deambulaba por una mansión que se modificaba a placer por fuerzas demoniacas. Era más mi curiosidad por saber qué era lo que le había pasado que mi miedo. el espíritu prosiguó.- Fuí asesinado por ese maldito Lázaro Aguilar. Crees tener un poco de tiempo para
Frució los ojos y los ganchos jalaron de manera inhumana sus párpados y su boca. Ahogó un gemido de dolor y se quedó un silencio mientras una lágrima de sangre corrió por su mejilla.
Me contó lo que le había sucedido. Les dejaré las palabras exactas que me contó, y espero que rezen mucho por el alma de este pobre sirviente de una fé que no le ayudó, ni siquiera cuando la predicaba con tanto afán.
>> Nací en el año de 1780 de una familia criolla bastante acaudalada y muy bien posicionada en la nobleza de la Nueva españa. Amigos del Virrey Don Martín de Mayorga, recibimos muchos favores especiales por parte de él, como unas hectáreas fértiles en Yucatán para las plantaciones de Henequén y muchos esclavos para poder trabajarlas, en su mayoría Mayas.
Mi padre siempre fue un hombre que le gustó vivir en la opulencia, y mi madre siempre le hacía segunda. Mi hermana, la cual era muy inteligente, aparte de hermosa, fué la que me mostró a mí, desde muy corta edad, a vivir siempre con humildad y ayudar a la gente en sus problemas. La fé hacia Cristo siempre me movió mucho, y a la edad de dieciocho años, fue cuando me decidí en tomar los hábitos. Mi madre se alegró mucho, muy al contrario de mi padre, quien decía que no podía dejar a la familia sin heredero, y que nunca permitiría que cualquier mequetrefe con quien se casara "la puta de mi hermana" se quedara con todo lo que "tanto trabajo le había costado juntar y que yo, como su hijo, tenía la obligación de tomar las riendas de las haciendas que con tanto trabajo había logrado levantar.
- El sacerdocio es para homosexuales que buscan sodomitas asquerosos como ellos para que les llenen el trasero de inmundicia!- me dijo una vez mi padre, completamente poseído por la rabia- Mi hijo es un asqueroso sodomita? Eso es lo que eres? Lárgate de aquí y vete con los de tu calaña que dicen servir a Dios y lo único que hacen es satizfacer sus gustos libertinos y asquerosos e impíos!
Las palabras de mi padre me dejaron impactado. Cómo era posible que hablara así de los servidores de Dios? MI fé en Cristo me sacó de esos pensamientos turbios y me juré a mí mismo que sería su mejor discípulo. Me ordené como monje Dominicano en el año de 1799. Durante varios años fungí como un simple monje que deseaba fervientemente servir a Dios y a Cristo en la enseñanza de su palabra a las comunidades más marginadas y quitarles esos asquerosos dioses paganos que aún adoraban en muchas comuinidades.
Salí del monasterio como un sacerdote y me vine a la provincia de Guatemala a impartir la doctrina. Fuí tan exitoso que la Iglesia se fijó en mí y me envi´ño a Roma a estudiar la máxima de las artes de la Fé... El exorcismo. No todos los hombres pueden serlo. Requieres de un completo domino de la fé y la ciencia. No todo lo que ves es cosa del demonio. También hay locura, enfermedades mentales, depravaciones del cerebro.
Salí de mis estudios de exorcismo y me enfrenté varias veces a los demonios que molestaban a la gente en la Nueva españa. Un buen día me llamaron a este pueblo para hacer un exorcismo a una casa que parecía estaba endemoniada. Vine, cargado de mi fé en Cristo y en Dios, a purificar este lugar de todo lo impío y maligno que Don Lázaro liberó por su culto satánico. Tres días pasé haciendo los rezos y leyendo los salmos, y la mansión intentaba rechazarme por todos los medios. Me lanzaba cosas, me cambiaba de cuartos, me liberaba bestias inmundas que intentaban matarme... Mi fé me sacó adelante y pude lograr que gran parte de la maldad de lugar se fuera...
Con lo que no contaba era que a Don lázaro terminó por no gustarle la idea...
Una noche me durmió con drogas y me apresó en una celda que tenía en el sótano de la mansión. em tuvo ahí por varios días... y después me puso este aparato encima... No tienes idea del sufrimiento que pasé durante las sigueintes semanas... Rogué a Dios que me ayudara, que me ayudara a salir de la precaria situación en la que estaba, pero no recibí respuesta alguna. Puse toda mi fñe en que Cristo me salvaría, y lo único que recibí por respuesta fué el dolor de los ganchos en mi piel. Imploré a los cielos por auxilio y recibí nada a cambio... Mi fé se perdió por completo y a los pocos días dejé de existir terrenalmente. El maldito Lázaro le quitó la piel a mi cuerpo muerto y se la puso a uno de sus seguidores, sacándolo para que creyeran que era yo, y usando magia negra para que su voz sonara como la mía. Capturó mi alma y logró mantenerla a como estaba mi cuerpo cuando vivía, alargando mi sufrimiento por toda la eternidad. Ahora me dedico a vagar por la mansión con este sufrir, y así seguirñe hasta que este demonio no sea detenido. Yo ya me resigné en este eternidfad vacía y dolorosa. Soy ahora parte de la maldad de este lugar, y ya las heridas no me lastiman tanto... Escapa, tú, que tienes oportunidad... No pienses en nadie mas que en tí. No cometas el error que yo he cometido. De nada me sirvió mi fé, de nada me sirvió la gente a quien quise ayudar... Mírame! Ni muerto puedo descansar! Qué puedes esperar tú?
Se dió al media vuelta, y sin decir una sola palabra más comenzó a avanzar con su andar patizambo. Yo me quedé parado, viéndolo, y en ese momento perdí la esperanza... Pude ver que una figura de mujer avanzaba a su lado... el cabello era negro y su figura delgada... Traía pantalón de mezclilla y una chamarra...
Era la chamarra de Elisa.
Le grité con todas mis fuerzas, pero al parecer no me escuchó. Corrí hacia ella e intenté abrazarla, pero la mansión maldita me movió de lugar, y cuando pude abrir los ojos me dí cuenta que estaba en una habitación grande... muy muy grande con una cruz enmedio. Observé la cruz con detenimiento y caí de rodillas mientras lloraba desconsoladamente.
Elisa estaba crucificada. Su rostro denotaba que había muerto con un increíble dolor. Estaba desnuda y con todo el cuerpo mallugado. Al igual que Sebas, sus ojos había sido sacados de sus cuencas y sus labios fueron cosidos. sus senos estaban completamente destrozados, floreados seguramente por garras y colmillos. Su área púbica estaba completamente ensangrentada y chorreaba un viscoso y apestoso líquido blancuzco. Su cuello también mostraba huellas de ahoracamiento y de mordidas. Tenía una impresionante herida en la frente, produto de un machete que ahora descansaba, ensangrentado, a mis pies....
Lloré por mucho tiempo, o eso creí, hasta que sentí que una mano me tocaba el hombro... me volví a ver quién era... y no pude mas que sonreír con locura cuando ví a la deformidad que observamos en el jardín.... Esa Elisa llena de heridas y de piel azul-grisácea qye me miró con sus cuencas vacías...
Ahora lo comrpendí... Esas cosas eran una premonición de lo que iba a sucedernos a todos...