Disculpen la demora
-¡Wolf!, ¿!donde esta!? , ¿Segura vivo?- tan solo fue una alucinación, ahora que lo analizo, solo vi a Wolf mal herido tirado en el suelo sangrando, pero no lo vi morir. ¿Estoy vivo?, no se donde estoy, esta todo oscuro pero puedo tocar algunas cosas, me encuentro cansado, muy cansado como para pararme, esta caliente este lugar, pero no hay ni una sola luz para saber donde me encuentro. Escucho el chocar de dos piedras y veo chispas salir de entre la oscuridad, después de tres o cuatro chispazos una fogata se enciende y deja ver a un señor barbado, fornido, maltratado por la vida, piel de animales por ropa usa, un gesto malhumorado, su frente cubierta por cejas pobladas, sus manos desgastadas por el trabajo rudo de la vida en las montañas, en su cinturón un cuchillo y una pistola de llave, parecía tener unos cincuenta años de edad, la barba algo canosa y la testa un poco calva. Extrañado el hombre pegunta – ¿Quien es ese tal Wolf?, acaso una mascota, entre sueños lo nombraste un sin numero de veces – en ese momento no estaba seguro cuanto tiempo tenia dormido antes de este brusco despertar, me incorpore con trabajos, mi cuerpo aun estaba adormecido, cuando trato de repondré a este ermitaño, la lengua se arrastra – Wolf, es..., digo fue un buen amigo, aun que ahora no estoy seguro – con una carcajada responde – No estas seguro, de si esta vivo? o de si esta muerto? – un poco disgustado miro al ermitaño – No estoy seguro de nada en este momento, pero me gustaría siquiera saber cual es su nombre – Un poco mas reservado y de manera asertiva – Me parece que esas no son formas de hablar con la persona que te salvo la vida, que te trajo a su casa y que te cuido por mas de una semana, seré un viejo ermitaño de las montañas pero puedo recordar que en mis tiempos se agradecían esos actos – con sentimiento de culpa y cabizbajo, argumento mi defensa – Disculpe, pero debe comprender que aun estoy un poco desorientado, quisiera saber donde estamos – empecé a ver mi entorno, en unos instantes medí cuenta que nos encontrábamos en una cueva.
Capitulo IV
El hombre que quería ser ermitaño
Parecía increíble, un hombre viviendo en una cueva sin algún lujo, empezando por la cama que no era mas que hojas secas y una piel de oso a forma de cobija, la única forma de iluminar eran antorchas o fogatas, la mesa, una piedra y las sillas otra mas pequeña, colgada cerca de la fogata ropa mojada que buscaba secar con el calor de de la misma, carne seca colgaba cerca de unos cajones que servían de alacena, cerca de lo que suponía la entrada se encontraban do rifles uno largo y otro mas corto, el largo servia para cazar animales a grandes distancias y el mas corto, podría servir para defenderse o para cazar en lugares muy boscosos, un hacha acompañaba a los rifles seguramente para partir leña, en estas regiones el frió esta presente todo el año y es común que se corte leña cada ves que hay oportunidad, en un rincón con poca luz alcance a ver una pila de libros de los que sobresale Maquiavelo, La Iliada y otras obras, me sorprendió mucho ver a un ermitaño con libros de ese corte.
-Dígame ¿Por que esta usted solo en este lugar?- no fue la única pregunta que se me ocurrió pero si la mas relevante, - digamos que me canse de la estupidez humana e irónicamente cometo una – después de decir esto empezó a carcajear por unos segundo, después se puso serio – me arte de vivir en una sociedad que solo se preocupa por el como te ves y que tienes, una sociedad tan entupida que hacen guerras por unos cuantos metros de tierra, mueren mas en la batalla que los que disfrutarían la tierra, una sociedad tan degradada y vil que el pensar prácticamente es un pecado, me canse de vivir presionado por todos a hacer lo que todos querían que hiciera, me canse del mundo de mascaras y disfraces, del engaño, la depravación y la estupidez. Una estupidez generada por el mismo gobierno que necesita idiotas para poder mandar a la guerra, idiotas que sacrificarían su vida por una patria a los que no les importa.- esas ultimas palabras llegaron como una daga a mi corazón, real mente era uno de esos idiotas que sacrificarían su vida por un país al cual no le importo, yo era viva prueba de eso, de eso que odiaba este ermitaño. No puedo culparlo, en verdad tienen toda la razón, no soy mas que un idiota, y por esta idiotez y estupido pensamiento murió Wolf, una persona que trato de evitar que yo fuera a la guerra, curioso, ya que el plan de Wolf era irnos a vivir a una cueva con nuestras novias, como fue que no hice caso en ese momento y me trague el orgullo para escapar, por que fue que no medí cuenta de la mentira en la que vivía