HOLA USTEDES ¡¡¡
ESTE ES MI POEMA FAVORITO, LO ENCONTRE EN SECUNDARIA CUANDO ME OBLIGARON A PARTICIPAR EN UN CONCURSO DE DECLAMACIÓN, YA ME HABÃAN ELEGIDO LA POESÃA (LA QUE GANABA SIEMPRE), PERO YO ME NEGUE Y DIJE QUE IBA A DECLAMAR LA QUE MI SUERTE ELIGIERA, ABRI EL LIBRO Y JUSTO AHà ENCONTRE ESTE POEMA, LO RECITE ENCONTRA DE LA VOLUNTAD Y CONSEJOS DE MIS MAESTROS Y PERDÃ, PERO ME QUEDO EL GUSTO DE RECITAR ALGO QUE SI VALÃA LA PENA Y ALGO EN LO QUE CREO... EL HONOR, EL VALOR Y LA LIBERTAD DEL ESPIRITU...
ME COSTO UN POCO APRENDERMELA, LO BUENO O DEVERÃA DECIR LO MALO ES QUE INSPIRE MI SENTIMIENTO EN EL CORAJE QUE ME DA VER COMO EL SER HUMANO CAMINA LENTAMENTE A SU DESTRUCCIÓN CON LA INOCENCIA DE UN BEBE Y SIN HACER NADA POR EVITARLO, ASà QUE ESO NO RESULTO EN UN GRAN ESFUERZO...
ISMAEL DE LA CERNA FUE UN JOVEN GUATEMALTECO QUE DEBIDO A SUS IDEAS REVOLUCIONARIAS FUE ENCARCELADO DURANTE EL GOBIERNO DE JUSTINO BARRIOS Y LAS PAREDES DE LA PRISIÓN FUERON EL PAPEL DONDE PLASMO LA POESÃA QUE AHORA COMPARTO CON USTEDES...
AQUELLA VEZ LA ENCONTRE CON EL NOMBRE DE "DESAFIO POSTRERO", PERO LA ACABO DE ENCONTRAR EN LA RED ASÃ:
EN LA CÃRCEL
(A JUSTO RUFINO BARRIOS)
¿Y qué? Ya ves que ni moverme puedo
y aún puedo desafiar tu orgullo vano.
¡A mà no logras infundirme miedo
con tus iras imbéciles, tirano!
Soy joven, fuerte soy, soy inocente
y ni el suplicio ni la lucha esquivo;
me ha dado Dios un alma independiente,
pecho viril y pensamiento altivo.
Que tiemblen ante ti los que han nacido
para vivir de infamia y servidumbre,
los que nunca en su espÃritu han sentido
ningún rayo de luz que los alumbre;
Los que al infame yugo acostumbrados
cobardemente tu piedad imploran;
los que no temen verse deshonrados
porque hasta el nombre del honor ignoran.
Yo llevo entre mi espÃritu encendida
la hermosa luz del entusiasmo ardiente;
amo la libertad más que la vida
y no nacà para doblar la frente.
Por eso estoy aquà do altivo y fuerte
tu fallo espero con serena calma;
porque si puedes decretar mi muerte,
nunca podrás envilecerme el alma.
¡Hiere! Yo tengo en la prisión impÃa
la honradez de mi nombre por consuelo.
¿Qué me importa no ver la luz del dÃa
si tengo en mi conciencia la del cielo?
¿Qué importa que entre muros y cerrojos
la luz del sol, la libertad me vedes,
si ven celeste claridad mis ojos,
si hay algo en mà que encadenar no puedes?
SÃ, hay algo en mà más fuerte que tu yugo,
algo que sabe despreciar tus iras
y que no puedes sujetar, verdugo,
al terror que a los débiles inspiras.
¡Hiere…! Bajo tu látigo implacable,
débil acaso ante el dolor impÃo,
podrá flaquear el cuerpo miserable,
pero jamás el pensamiento mÃo.
Más fuerte se alzará, más arrogante
mostrará al golpe del dolor sus galas:
el pensamiento es águila triunfante
cuando sacude el huracán sus alas.
Nada me importas tú, furia impotente,
vÃctima del placer, señor de un dÃa;
si todos ante ti doblan la frente
yo siento orgullo en levantar la mÃa.
Y te apellidas liberal, ¡bandido!
tú que a las fieras en crueldad igualas,
tú que a la juventud has corrompido
con tu aliento de vÃbora que exhalas.
Tú que llevas veneno en las entrañas,
que en medio de tus báquicos placeres,
cobarde, ruin y criminal te ensañas
en indefensos niños y mujeres.
Tú que el crimen ensalzas y encarneces
al hombre del hogar, al hombre honrado;
tú, asesino, ladrón, tú que mil veces
has merecido la horca por malvado.
Tú ¡Liberal…! Mañana que a tu oÃdo
con imponente furia acusadora
llegue la voz del pueblo escarnecido
tronando en tu conciencia pecadora…
Mañana que la patria se presente
a reclamar sus muertas libertades
y que la fama pregonera cuente
al asombrado mundo tus maldades;
al tiempo que maldiga tu memoria
el mismo pueblo que hoy tus plantas lame,
el dedo inexorable de la historia
te marcará como a Nerón, ¡infame!
Entonces de esos antros tenebrosos
donde el honor y la inocencia gimen;
donde velan siniestros y espantosos
los inicuos esbirros de tu crimen;
de esos antros sin luz y estremecidos
por tantos ayes de amargura y duelo;
donde se oye entre llantos y gemidos
el trueno de la cólera del cielo,
con aterrante voz, con prolongada
voz, que estremezca tu infernal caverna
se alzará cada vÃctima inmolada
para lanzarte maldición eterna.
En tanto, hiere déspota, arrebata
la honra, la fe, la libertad, la vida;
tu misión es matar: ¡sáciate, mata
mata y báñate en sangre fratricida!
mata, CaÃn, la sangre que derrames
entre gemidos de dolor prolijos
¡oh! Infame, el mayor de los infames,
irá a manchar la frente de tus hijos.
Aquà tienes también la sangre mÃa,
Sangre de un corazón joven y bravo,
No quiero tu perdón me infamarÃa…
Mártir prefiero ser, a ser esclavo.
¡Hiéreme a mà que te aborrezco, impÃo!
a ti que con crueldades inhumanas
mandaste a asesinar al padre mÃo
sin respetar sus años, ni sus canas.
Quiero que veas que tu furia arrostro
y sin temblar que agonizar me veas,
para lanzarte una escupida al rostro
y decirte al morir: maldito seas.
Ismael Cerna