Hay leyendas de las que jamás se supo algo y de las que nadie jamás algo podrían recordar…
CAP I
EL FIN LLEGA PARA TODOS
“500 años es mucho tiempo, me causa risa saber que en el transcurso de ese tiempo los seres humanos no hemos cambiado en nada, criaturas primitivas, entregándose siempre a sus impulsos y dejándose absorber por ellos creyendo que de esa forma son honestos consigo mismos. He visto a justos acusar, a ricos mendigar, a hombres duros llorar e inclusive he visto a santos pecar, es absurdo si se piensa tan solo un minuto, dicen que somos superiores a los animales, cuando somos nosotros los que aun no han descubierto su papel es este mundo, pero no quiero entrar en detalles complejos, eso es algo aburrido”.
Voz en un bar.:
<< Aquel, era un hombre dentro de los limites de lo corriente, de carácter humilde y siempre estaba sumergido en pensamientos, lo que no le daba mucha fama de poseer un carácter social aunque tampoco era un ermitaño, por el contrario, gozaba de tomar largos viajes y créanlo o no, el ha sido él único que ha recorrido todo el continente de Crissova a pie, y dicen que incluso visito los países de Pyrago y Merthe en el continente sur, es algo increíble, si consideran que a una persona ordinaria le tomaría alrededor de 60 años tan solo recorrer Crissova, ¿Qué porque lo creo? , supongo que uno cree lo que quiere creer.
Se sabe que fue caballero, de la corte real del reino de Zylla y fue uno de los mejores, pudo haber aspirado hasta general, un rango bastante elevado, uno lo suficientemente alejado de los campos de batalla para centrarse en levantar estrategias de combate. Pero siempre declinaba las ofertas y prefería seguir siendo un simple caballero, nadie sabia el por qué de no aceptar un puesto mejor remunerado y más importante, más seguro, pero en cierta forma, sus compañeros se lo agradecían en silencio.
Agradecimiento que demostraban en el campo de batalla, aun cuando fuera un caballero como los demás, sus demás compañeros y adjuntos seguían sus pasos y ordenes, de esa manera la mayoría lograba salvar la vida.
En lo que se refería a pelea con espada o cuerpo a cuerpo, no había quien se le comparara era simplemente avasallador, podía combatir contra 10 enemigos a la vez y derrotar a todos y a cada uno, pero eso no era lo que mas llamaba la atención sino el hecho de que nunca asestaba el golpe de muerte sobre sus oponentes pero se aseguraba de que ninguno de sus contrincantes volviese a blandir una espada por el resto de sus días, para él era muy sencillo, simplemente les fracturaba el hombro o desgarraba cierto punto detrás de la rodilla para que aquel pobre individuo cojeara para el resto de su vida y tenia muchas otras formas para “convencer” a los del bando contrario a abandonar la lucha.
Un día se le asignaría una misión de la que dependería el destino de dos reinos.
En aquel entonces el nuevo rey de Quirargra, el reino mas poderoso de Crissova, se había puesto como meta ser el único rey del continente y para ello tenia que conquistar a sus vecinos y pueblos aledaños, el joven rey, Feliciter Therio II había ocupado el trono a los 19 años de edad después de que el rey Feliciter I muriera misteriosamente en una excursión, para la edad de 21 años ya había derrotado a los reinos de Pyre, Mirna, Kalide y Vitra, el único que faltaba en su lista era Zylla.
De haber iniciado la guerra con este reino, Feliciter encontraria una gran fuerza de resistencia y existía una gran probabilidad de que su ejercito fuera expulsado a la larga, de manera que conquisto a los demás reinos y utilizaría las fuerzas de estos para aunarlas a las suyas, justo aquí es donde entra nuestro protagonista, poco después de la caída de Kalide, el astuto caballero se había unido al ejercito de Quirargra, y debido a sus habilidades no tardó mucho en ganarse la confianza del rey. Y así, la noche anterior al ataque de su hogar y justo en pleno castillo tomaría la vida de Feliciter y de toda la directiva de Quirargra, semejante tarea era un acto de suicidio pero no excluyo a ninguno.
Al día siguiente desapareció y nunca más se le volvió a ver.>>
Oiga viejo, ¿Cuál es el caso de esta historia? – Preguntaba el cantinero de una posada, mientras que con ambas manos le daba un pequeño e inútil retoque de brillo a un tarro de cristal ya amarillento, – es muy simple mi amigo, así fue como este reino se gano su libertad – asentando el tarro de manera brusca una sonrisa sarcástica se dibujaba en el rostro del escéptico cantinero – ¿libertad? ¿Qué libertad? Todos y cada uno de los que vivimos en este hoyo al que alguna vez se le llamó reino estamos sumidos en la pobreza, los que tienen suerte son los que mueren antes de llegar a su edad –
El anciano saco un par de monedas de plata y las coloco con sumo cuidado sobre la barra, le temblaba demasiado la mano como para dárselo directamente al cantinero y haciendo uso de sus frágiles músculos alejo el banco para poder emprender camino, no sin antes hacerle una pequeña corrección al exaltado hombre – el nos dio la libertad de seguir viviendo un poco mas, a costa de su propia vida, desafortunadamente solo yo puedo darme cuenta de la magnitud de su sacrificio – el viejo se envolvió así mismo en una manta hecha de una retahíla de diferentes tipos de piel, las costuras de aquella estaban a punto de romperse y la suciedad, el polvo y las manchas que la adornaban daban excusa para el hediondo aroma que se desprendía del mismo, no era mucho, pero lo mantendría seco y caliente, al menos hasta llegar a su hogar, ya que no tenia mucho tiempo desde que una fuerte lluvia empezó a caer sobre el poblado.
– Viejo, tiene donde quedarse? Le cobrare tan solo la mitad de precio por una de mis habitaciones mas baratas, que dice? – el cantinero parecía sentir un poco de lastima, - el anciano tan solo esta desvariando – se dijo en pensamientos, atribuía aquella historia y el comportamiento del viejo a su avanzada edad – no gracias – respondió el viejo, - vivo en una pequeña choza a las afueras del pueblo, sobre el monte que esta justo antes de llegar al mar, mejor me voy antes de que la lluvia empeore –
A la velocidad que le proporcionaban sus esqueléticas piernas el viejo terminó prácticamente empapado para el momento que llego a su humilde hogar, justo en frente de la puerta de entrada se detuvo un momento y bajó la mirada, cerrando los ojos por un momento suspiro, cuando la puerta de madera se abrió un crujido empezó a escucharse, toda la madera con que la casa estaba construida se encontraba muy desgastada y podrida, el edificio tendría mas o menos la edad del viejo, acto seguido el viejo se quito las ropas mojadas y las coloco frente a un fuego recién hecho en la pequeña chimenea – ¿cuanto ha?, ya no recuerdo, solo se que ya no aguanto mas, ya no puedo continuar, tendré que faltar a mi promesa, mi tiempo aquí terminará pronto, solo. . . tan solo me hubiera gustado haberlo conocido –
No muy lejos de la pequeña choza un mercader recorría el camino sobre el que se encontraba el edificio, justo después de que la lluvia había cesado – uno mas – exclamo con un cierto aire de confianza, lo único que lo diferenciaba de un ladrón ordinario era que pagaba una miseria por cosas que tenían mas valor de lo que aparentaban, la persuasión, su mejor herramienta, estaba claro que no dejaría escapar una oportunidad, no importaba lo poco que pudiese conseguir, el sabia que le sacaría todavía mas provecho – ¡la basura de unos es el tesoro de otros! , sip, la primera regla de un mercader que se haga respetar así mismo –
Sujetando muy bien una robusta cuerda que acomodo en sus hombros apresuro el paso, el otro extremo de la cuerda estaba atada a una pequeña carreta, que cargaba sobre si toda una pila de baratijas que previamente había embaucado, desde lo lejos logró percatarse de una ventana que daba justo hacia el camino, aquello era una invitación, se asomo por ella y con un leve pero muy claro aviso se hizo notar, - ¿hay alguien? He venido hasta esta morada con la oportunidad de encontrar algún tesoro, jeje, y claro que pagare muy bien por el, ¿y bien? ¿no hay nadie? –
En una oscura esquina a la que apenas y lograban acariciar unas cuantas puntas de luz se encontraba el viejo, descansando en una mecedora, no todos conocían el concepto de equilibrio sobre un par de ángulos de 180º , un raro objeto, tallado a mano cuidadosamente y con madera muy resistente, aquello era algo redundante – ¡oiga amigo! ¿Cuánto por la silla que se balancea? –
Los ojos del viajero se centraron sobre aquella inusual maravilla – oh, ¿esta? No esta a la venta, pero no se preocupe, dentro de poco habrá una de estas en todos lados, desafortunadamente aparte de esto no creo tener algo que pudiera interesarle, a menos que el moho y la suciedad pudieran representar algún valor para usted mi amigo – un pequeño suspiro de desilusión fue la única respuesta que encontró el viejo a su propuesta, justo antes de darse la media vuelta, el pasante regreso rápidamente la vista hacia un objeto cuyo reflejo le había pegado justo en medio de los ojos, asiendo muy bien los ojos, logro distinguir lo que era, saco una bolsa que acento sobre el marco de la ventana y lo sacudió con la suficiente fuerza como para que cualquiera se percatase de que estaba repleta de monedas.
- ¿Cuánto por la espada? –
- oh, ¿aquella? Hmm, pues si puede cargarla con gusto es toda suya, ¿Cuánto podría ofrecer? –
- 20 monedas viejo, no le darán un mejor precio por un pedazo de metal oxidado, ¿es un trato? – es un trato mi amigo –
El viajero lanzo el saco de manera que cayo a los pies de la silla – ahí tiene, ahora si me disculpa, tengo muchos otros lugares por recorrer – apoyo ambas manos sobre el marco y logro meter la mitad de su cuerpo, tan solo lo suficiente como para alcanzar el mango de acero solidó, la tomó con la palma derecha y con la otra se apoyo nuevamente sobre el marco de la ventana para poder salir de aquella incomoda posición, aquel hombre tropezó y soltó la espada inmediatamente, el jalón lo agarro de improviso – ¡Dios! Han de ser como 20 kilos, nadie jamás podría usar semejante cosa aun con ambas manos! – entrelazo ambas muñecas, escupió en ellas y las fricciono rápidamente en un ritual de preparación improvisado, respiro profundamente y nuevamente se dispuso a conseguir su presa oxidada, haciendo uso de una de sus piernas, la mas fuerte y mas sana, ahora se apoyaba de una gran roca que se encontraba justo de bajo del marco de la ventana, una mueca de esfuerzo se plasmaba en el rostro del pobre hombre y con un jalón lento pero constante hacia uso de toda la fuerza que le proporcionaba su débil y delgada persona, era obvio que no se marcharía del lugar hasta no asegurarse de que la espada estuviera fuera del recinto, tomando una ultima bocanada de aire halo por ultima vez y la dejo caer sobre la tierra, el sonido provocado por el golpe le recordó algo muy familiar, algo así como el choque producido entre una roca recién catapultada y la gruesa pared de una fortaleza .
Nuevamente la tomo por el mango y la coloco en una posición vertical, luego, sosteniéndola de ambos extremos y haciendo uso de ambas piernas la colocó sobre la frágil carreta para dejar descansar el peso, el pequeño vehiculo tembló abruptamente por el peso, las dos ruedas de madera sobre las que descansaba la caja perdieron su forma circular y adoptaron otras mas ovoidal, era cuestión de tiempo para que cedieran al peso, pero era un riesgo que el hombrecillo estaba dispuesto a correr ya que el tiempo apremiaba y era cuestión del mismo para que el viejo percatara de que había sido timado – hasta luego anciano, fue un buen trato en verdad – debido al sobrepeso adquirido, tomó la cuerda para halar y la aseguro a su cintura de tal manera de que ambas piernas se repartieran el peso, aquel, seria un dolor de espalda que jamás lo dejaría en paz . . .