El tamaño del pene: su importancia en el acto sexual Cuenta la leyenda griega que Afrodita esperaba un hijo de Zeus (en otras versiones el padre era Dionisio) y Hera en represalia tocó su vientre provocando el nacimiento de Príapo, un niño deforme, con un enorme falo erecto. Afrodita avergonzada, lo abandonó en un monte y el niño fue criado por campesinos. Príapo es un dios rústico, asociado a la fecundidad y forma parte de los tantos ritos antiguos de origen falocéntrico y patriarcal. Gran cantidad de ceremonias religiosas, acompañadas de danzas y ritos, testifican la importancia que los pueblos primitivos daban a la función del pene, como símbolo de poder y masculinidad.
Hasta la actualidad perdura la creencia popular de que tener un pene grande es motivo de superioridad sexual. Se asocia su gran tamaño con una potencia y virilidad mayor ¿De dónde proviene esta creencia? Tiene raíces muy antiguas, las cuales se remontan a los orígenes de la humanidad. Numerosos pueblos primitivos padecían de numerosas guerras entre los diversos pueblos y el hombre se hizo indispensable para la reproducción, porque cuando estos abandonaban sus pueblos para dedicarse a los combates, la baja de la población era considerable. Así que las mujeres no quedaban embarazadas y en aquellos tiempos, con una taza de mortandad muchísimo más alta que la actualidad, la procreación era importante para la supervivencia de la especie. El hombre promedio llegaba a los 35 años de edad, pereciendo en la caza o por numerosas infecciones. El promedio de vida de las mujeres llegaba hasta los 30 años, porque fallecían en los partos o por su dura vida en la recolección de frutos. Es así que se requería de una procreación mayor en los primeros tiempos de la humanidad. La psicóloga Lucía Gorra señala que "En la prehistoria el hombre tuvo que volverse un guerrero para proteger sus bienes. La mujer, a cambio de ser cuidada, cedió su relación de igualdad y libertad sexual, restringiéndose al ámbito del hogar e hijos." Como consecuencia, surge la cultura patriarcal y falocéntrica, la cual centraba el poder de los individuos masculinos, basando su poder en su importancia reproductora y guerrera.
El pene es un órgano externo, con función doble: sirve para realizar el acto sexual y para orinar. Ambos usos trabajan de manera independiente. Exteriormente está formado por tres partes básicas: el glande, el cuerpo y la base. El glande es la "cabeza", la parte más sensible y está dotado de terminaciones nerviosas que pueden ser estimuladas mediante toques suaves o presiones más intensas. El cuerpo, aunque menos sensible que el glande, es la parte que alcanza mayor tamaño durante la erección. Internamente el pene está formado por tres cilindros: el cuerpo esponjoso y el cuerpo cavernoso. Cuando se produce una gran erección, el cuerpo cavernoso acumula una gran cantidad de sangre y se endurece. En estado de erección suele alcanzar una dimensión de 15 cm. Muchos hombres se preocupan porque esperan que dicho tamaño sea lo mayor posible, por la creencia popular que mientras más grande, la mujer va a sentir más placer. El promedio de medida fluctúa entre 12 a 15 cm. aproximadamente.
Si bien es cierto que muchas mujeres muestran un mayor interés por un pene relativamente grande, esto obedece únicamente a motivos psicológicos. Su estimulación erótica es subjetiva, no objetiva, ¿Por qué? Porque el tamaño del pene no es lo fundamental en la satisfacción sexual. Al respecto también se arrastran viejas creencias, muchas de ellas respaldadas por los inicios del psicoanálisis. Ahí tenemos la envidia fálica de Freud, para quien la mujer era un hombre castrado, ideas ampliamente superadas y que ahora están en desuso.
Además, el tamaño del pene en muchos casos es relativo. Master y Johnson, gracias a sus numerosos estudios, han observado que existen penes aparentemente grandes en estado de flacidez y que en su erección, su tamaño no se extiende en demasía. Por el contrario, penes pequeños en estado de flácido, durante su excitación obtienen una extensión mayor. Esto quiere decir que en el estado de erección coexisten muchas diferencias significativas. ¿Y un hombre gracias a cremas o inyecciones puede conseguir un mayor tamaño de su órgano sexual? La respuesta es no.
No existen medicinas, ni ejercicios que hagan crecer el tamaño del pene. Lo que si tenemos en el mercado son productos cuyo uso favorecen a una mayor irrigación de la sangre en los cuerpos cavernosos, consiguiendo en determinados casos una mejor erección, pero eso es todo. Cada hombre debe tener presente que, en líneas generales, con su pene erecto, con sus respectivas medidas y particularidades, es capaz de ofrecer una satisfacción sexual plena a su pareja con los recursos eróticos que éste posee y cómo se conduzca emocionalmente durante y después de la relación sexual.
En la mujer, las zonas internas de la vagina casi están desprovistas de terminaciones nerviosas, de manera que la estimulación en los tercios profundos tiene poca importancia.
Las zonas más importantes para la recepción de estímulos táctiles están alrededor del clítoris, en el mismo clítoris, en los labios mayores, menores; así como en el tercio externo de la vagina. Además, la elasticidad de la vagina permite acomodarse a cualquier tamaño de miembro y las zonas más profundas se dilatan a tal punto que se pierde el contacto con el mismo durante el orgasmo. Complementariamente, está el punto G, descrito como un pequeño poroto, en forma de moneda pequeña, ubicado en la pared anterior a la vagina (entre los montes y el ombligo) y esto está a menos de cuatro cm., más fácilmente estimulable con la ayuda de los dedos.
Todo esto indica que en los puntos eróticos más importantes, no se necesita de un pene demasiado grande.
Por otro lado, ciertas mujeres prefieren un miembro no tan grande, por preferir en sus prácticas sexuales tanto el sexo oral como el anal. Beverly Whipple (co autora del punto G) hizo un estudio minucioso de la conducta sexual femenina y señaló que si bien la práctica anal, no está entre las variantes más requeridas por la mujer, por el contrario el sexo oral (fellatio) está entre la más solicitada. Ambos recursos serían demasiado incómodos y requerirían de cierta destreza con aparatos genitales demasiado grandes.
Finalmente, está la propia aceptación de nuestro cuerpo como una parte de nosotros. No existe ningún órgano sexual igual a otro. Todos tienen sus diferencias y particularidades. Hay idealizaciones, fruto de la cultura que a veces no encuadran con la realidad de nuestros cuerpos.
Nuestros genitales tienen sus propias características y debemos aprender a aceptarlos como partes únicas y fundamentales de un órgano que es la base fundamental de sensorialidad y contacto íntimo con el otro.
Autora: Ana Elena Costa
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