Como el titulo lo dice, debajo pongo el primer y unico capitulo de una historia que alguna vez soñe con escribir, hace casi 2 años que no he vuelto a escribir mas al respecto, no por falta de ideas, sino por falta de... motivacion creo, la publique en otro foro, pero en lugar de criticar acerca de lo que realmente pensaban, criticaban que los parrafos eran muy largos y que se me escapaban varias faltas de ortografia (es que era una pagina gallega, malditos gallegos, quien los entiende) la dejo aqui para que los meros meros me digan que opinan, y no me importa que sean duros no se toquen el corazon para destrozarla
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Hay leyendas de las que jamas se supo algo y de las que nadie jamas algo podrian recordar. . .
CAP I
EL FIN LLEGA PARA TODOS
“500 años, es mucho tiempo, me causa risa el saber que en el transcurso de ese tiempo los seres humanos no hemos cambiado, criaturas primitivas, entregándose siempre a sus impulsos, he visto a justos acusar, he visto a ricos mendigar, he visto a hombres duros llorar e inclusive he visto a santos pecar, es absurdo si lo piensan solo un minuto, dicen que son superiores a los animales, cuando son ellos los que aun no han descubierto su papel es este mundo, pero no quiero entrar en detalles complejos, eso es algo aburridoâ€.
Voz en un bar. . .
Aquel, era un hombre común y corriente, dentro de los limites de la simplicidad, de carácter humilde aunque muy cerrado a la sociabilidad, no era un ermitaño, por el contrario, gozaba de los largos viajes y creanlo o no, el era la única persona que habÃa recorrido todo el continente de Crissova a pie, y dicen que incluso recorrió los continentes de Pyrago y Merthe, es algo increÃble, si consideran que a una persona le tomarÃa alrededor de 60 años recorrer Crissova, sin duda alguna aquel personaje era alguien único, ¿Qué porque lo creo? , supongo que uno cree lo que quiere creer.
Alguna vez fue caballero de la corte real del reino de Zylla en Crissova, era uno de los mejores, si mal no recuerdo el pudo haber aspirado hasta general superior, un rango bastante elevado, bien se sabe que dicho titulo era el que le seguÃa al prÃncipe, pero el siempre declinaba las ofertas, el siempre permaneció como un simple caballero y nadie sabia el porque, no habÃa quien se le comparara en el campo de batalla, era simplemente avasallador, podÃa combatir contra 10 enemigos a la vez y derrotarlos a todos y a cada uno, pero eso no era lo que mas llamaba la atención sino el hecho de que el nunca asestaba el golpe de muerte sobre sus oponentes, sus camaradas desconocÃan sus razones para no hacerlo, pero se aseguraba de que ninguno de sus contrincantes volviese a blandir una espada por el resto de sus dÃas, para el era muy sencillo, simplemente les fracturaba el hombro o desgarraba cierto punto detrás de la rodilla para que aquel pobre individuo cojeara para el resto de su vida y tenia muchas otras formas para “convencer†a los del bando contrario a dejar la lucha. Un dÃa se le asignarÃa una misión de la que dependerÃa el destino de dos reinos.
El rey de Quirargra, el reino mas poderoso de Crissova, se habÃa puesto como meta ser el único rey de aquel continente y para ello tenia que conquistar a sus vecinos y otros pueblos aledaños, el rey Feliciter Therio II habÃa ocupado el trono a los 19 años de edad después de que el rey Feliciter I muriera misteriosamente en una excursión, nadie sabe porque el joven rey habÃa adoptado la absurda idea de poseer el continente entero, de lo único que estaban seguros era de que sin duda alguna nadie interferirÃa en sus asuntos, nadie querÃa ser acusado de herejÃa hacia su majestad y en una mente tan joven de tan poca experiencia y de tan poco criterio se pudo formular muy fácilmente el sencillo plan, ya que el tenia a su disposición al ejercito mas grande, mas fuerte y mas veloz de todos, para la edad de 21 años ya habÃa derrotado a los reinos de Pyre, Mirna, Kalide y Vitra, el único que faltaba en su lista era Zylla, el cual no tenia oportunidad alguna contra Quirargra, ya que Feliciter tuvo la ingeniosa idea de incorporar los ejércitos derrotados al suyo, simplemente le ofrecÃa al reino aplastado la irresistible oferta de unirse a Quirargra o desaparecer del mapa, tal hecho ponÃa en una desventaja de 1000 a 1 a Zylla, dato del cual ya se habÃan percatado, justo aquà es donde entra el misterioso personaje.
Poco después de la caÃda de Kalide, el astuto caballero se habÃa unido al ejercito de Quirargra, y por sus habilidades no tardo mucho en ganarse la confianza del rey. Para resumirles la historia la noche anterior del ataque a su hogar, el tomó la vida de Feliciter y de toda la mesa de lideres militares en Quirargra justo en pleno castillo, semejante tarea era un acto de suicidio, sin embargo, no excluyo a ninguno. Al dÃa siguiente desapareció y nunca más se le volvió a ver...
Oiga anciano!!, ¿Cuál es el chiste de la historia?! – Preguntaba el cantinero de una posada, mientras que con ambas manos le daba un pequeño retoque de brillo a un tarro de cristal bastante enegrecido por el uso – es muy simple mi amigo, asà fue como este reino se gano su libertad – asentando el tarro de una manera algo brusca una sonrisa sarcástica se dibujaba en el rostro del escéptico cantinero – ¿libertad?! ¿Qué libertad?! Todos y cada uno de los que vivimos en este hoyo al que alguna vez se le llamó reino estamos sumidos en la pobreza extrema, los que tienen suerte son los que mueren antes de llegar a su edad anciano – el anciano saco un par de monedas de plata y las coloco poco a poco sobre la barra, le temblaba mucho la mano como para dárselo directamente al cantinero, haciendo uso de sus frágiles músculos alejo el banco para poder emprender camino, no sin antes hacerle una pequeña corrección al exaltado hombre – el nos dio la libertad de seguir viviendo un poco mas de tiempo a costa de su propia vida, desafortunadamente solo yo puedo darme cuenta de la magnitud de su sacrificio –
El viejo se envolvió asà mismo en una manta hecha de una retahÃla de diferentes tipos de piel, las costuras de aquella estaban a punto de romperse y la suciedad el polvo y las manchas que portaba daban excusa para el hediondo aroma que se desprendÃa del mismo, no era mucho, pero lo mantendrÃa caliente y seco al menos hasta llegar a su hogar, no tenia mucho tiempo desde que una fuerte lluvia empezó a caer sobre el poblado – Viejo, ¿tiene donde quedarse? Le cobrare tan solo la mitad de precio por una de mis habitaciones mas baratas, que dice? – el cantinero y dueño de aquella posada parecÃa sentir un poco de lastima, - aquel anciano tan solo esta desvariando – atribuÃa aquella historia y el comportamiento del viejo a su avanzada edad – no gracias, vivo en una pequeña choza a las afueras del pueblo, sobre el monte que esta justo antes de llegar al mar, mejor me voy antes de que la lluvia empeore –
A la velocidad que le proporcionaban sus esqueléticas piernas el viejo terminó prácticamente empapado para el momento que llego a su humilde hogar, se detuvo un momento justo en frente de la entrada y bajo la mirada, cerrando los ojos por un momento suspiro mientras giraba la cabeza, empujando la puerta de madera un crujido empezó a escucharse, toda la madera con que la casa estaba construida se encontraba muy desgastada y podrida, seria obvio pensar que el edificio tendrÃa mas o menos la edad del viejo, acto seguido el viejo se quito las ropas mojadas y las coloco frente a un fuego recién hecho en la pequeña chimenea – ¿cuanto ha?, ya no recuerdo, solo se que ya no aguanto mas, ya no puedo continuar, tendré que faltar a mi promesa, mi tiempo aquà termino, solo. . . tan solo me hubiera gustado haberlo conocido –
Cuando la lluvia habÃa terminado no muy lejos de la pequeña choza un mercader recorrÃa el camino sobre el que se encontraba el edificio – uno mas – exclamo con un cierto aire de confianza, lo único que lo diferenciaba de un ladrón ordinario era que este pagaba una miseria por cosas que tenÃan mas valor de lo que aparentaban, la persuasión era su mejor herramienta, una persona de ese tipo no dejarÃa escapar una oportunidad, no importaba lo poco que pudiese conseguir, el sabia que le sacarÃa todavÃa mas provecho.
– ¡La basura de unos es el tesoro de otros! , sip, la primera regla de un mercader que se haga respetar asà mismo – sujetando muy bien una robusta cuerda que acomodo en sus hombros apresuro el paso, el otro extremo de la cuerda estaba sujeta a una pequeña carreta, que cargaba sobre si toda una pila de baratijas, que previamente habÃa logrado embaucar, desde lo lejos se logro percatarse de una ventana que daba justo al camino, aquella era una invitación, se asomo por ella y con un leve pero muy claro aviso se hizo notar, - ¿hay alguien? He venido hasta esta morada con la oportunidad de encontrar un tesoro, jeje, claro que pagare muy bien por el, ¿y bien? ¿no hay nadie? – en una oscura esquina a la que apenas y lograban acariciar unas cuantas puntas de luz se encontraba el viejo, descansando en una mecedora, no todos conocÃan ese concepto en un objeto de mano de obra hecho con madera, para esos dÃas aquello era algo redundante – ¡oiga amigo! ¿Cuánto por la silla que se balancea? – los ojos del viajero se centraron sobre aquella inusual maravilla – oh, ¿esta? No esta a la venta, pero no se preocupe, dentro de poco habrá una de estas en todos lados, desafortunadamente aparte de esto no creo tener algo que pudiera interesarle, a menos que el moho y la suciedad tengan algún valor para usted mi amigo – un pequeño suspiro de desilusión fue la única respuesta que encontró el viejo a su propuesta.
Antes de darse la media vuelta, el pasante regreso rápidamente la vista hacia un objeto cuyo reflejo le habÃa pegado justo en medio de los ojos, pudiendo notar muy bien que era, saco una bolsa que acento sobre el marco de la ventana y lo sacudió con la suficiente fuerza como para que cualquiera se percatase de que estaba repleta de monedas - ¿Cuánto por la espada? – oh, ¿aquella? Hmm, pues si puede cargarla con gusto es toda suya, ¿Cuánto podrÃa ofrecer? – 20 monedas viejo, no le darán un mejor precio por un pedazo de metal oxidado, ¿es un trato? – es un trato mi amigo – el viajero lanzo el saco de manera que cayo a los pies de la silla – ahà tiene, ahora si me disculpa, tengo muchos otros lugares por recorrer – apoyo ambas manos sobre el marco y logro meter la mitad de su cuerpo, tan solo lo suficiente como para alcanzar el arma, la tomó con la mano derecha y con la otra se apoyo nuevamente sobre la ventana para poder salir de aquella incomoda posición, aquel hombre tropezó y soltó la espada inmediatamente, el jalón lo agarro de improviso – ¡Dios! Han de ser como 20 kilos, nadie jamás podrÃa usar semejante cosa aun con ambas manos – entrelazo ambas muñecas y las froto entre si, respiro profundamente y nuevamente se dispuso a conseguir su presa de acero oxidado, haciendo uso de una de sus piernas, la mas fuerte y mas sana, ahora se apoyaba de una gran roca que se encontraba justo de bajo del marco de la ventana, una mueca de esfuerzo se plasmaba en el rostro de aquel hombre y con un jalón lento pero constante hacia uso de toda la fuerza que le podÃa proporcionar débil y delgada persona, era obvio que no se marcharÃa del lugar hasta no asegurarse de que la espada estuviera fuera del recinto, tomando una ultima bocanada de aire halo por ultima vez y la dejo caer sobre la tierra, el sonido provocado por el golpe le recordó algo muy familiar, algo asà como el choque producido entre una roca recién catapultada y la gruesa pared de una fortaleza , nuevamente la tomo por el mango y la coloco en una posición vertical, luego, sosteniéndola de ambos extremos y haciendo uso de ambas piernas la colocó sobre la frágil carreta, la que tembló abruptamente por el peso, las dos ruedas de madera sobre las que descansaba la caja perdieron su forma circular y adoptaron otras mas ovoidal, era cuestión de tiempo para que cedieran al peso, pero era un riesgo que el hombrecillo estaba dispuesto a correr ya que el tiempo apremiaba y era cuestión del mismo para que el viejo percatara de que habÃa sido timado – hasta luego anciano, fue un buen trato en verdad – debido al sobrepeso adquirido, tomó la cuerda para halar y la aseguro a su cintura de tal manera de que ambas piernas se repartieran el peso, aquel, seria un dolor de espalda que jamás lo dejarÃa en paz . . .
