Tanto en el hombre como la mujer, existen ansiedades en torno a cómo enfrentar la sexualidad. En esta oportunidad, abordaremos los cinco temores más frecuentes que tiene todo hombre a la hora del acto sexual.
El primer temor es la impotencia. Temor que consiste en la incapacidad de poner el pene erecto. Paradójicamente es el mismo temor lo que ocasiona la impotencia sexual en los hombres. En la actualidad, la sexologÃa ha desterrado el término impotencia. Se dice que lo más apropiado serÃa hablar de: disfunciones eréctiles ¿Por qué? Porque la impotencia tiene muchas variedades: pueden ser completas, parciales, situacionales, ocasionales. Las preocupaciones, el cansancio, el consumo excesivo de alcohol, pueden contribuir a la impotencia. Pero si bien las causas fÃsicas están presentes, los motivos psicológicos son determinantes, porque reflejan la incapacidad del hombre de mostrar su esencia creadora, su energÃa vital. Para el investigador W. Stekel, la impotencia representa algo más: una sentencia pasiva, expresión de odio preconciente, una necesidad de castigar a la mujer, que finalmente es castigarse a sà mismo.
El segundo temor y uno de los más grandes, es padecer de eyaculación precoz. La eyaculación precoz es el problema que afecta tanto a jóvenes como adultos y consiste en eyacular en muy corto tiempo, originando mayormente una frustración tanto en él como en ella. Puede presentarse ocasionalmente o regularmente. Esto último provoca un desempeño sexual inconforme para la mujer, porque después de la eyaculación, el pene tiende a ponerse flácido, imposibilitando que la mujer llegue al orgasmo y quede satisfecha. La razón de la eyaculación prematura es generalmente psicológica, por lo tanto serÃa apropiado descubrir las causas y ansiedades de la persona, porque para un hombre controlar su eyaculación es seguridad y a la vez relajación. Esta disyuntiva hace que surjan conflictos en el hombre entre la entrega y a la vez control de si mismo.
Otro de los temores más frecuentes, el tercero, es no comportarse a la altura de la situación. El temor de no ser considerado aceptable, experto o a la altura del momento. Este temor refleja la inseguridad latente, interior, de todo hombre hacia el rechazo y fracaso por carecer de técnica o considerar la misma poco efectiva. La comparación es un tema delicado, porque lamentablemente, como en todos los terrenos de la vida, siempre habrá más expertos que nosotros y también menos expertos que uno. Es una cuestión de tiempo, experiencias, preparación.
Aún en estos tiempos modernos, existe el cuarto temor en muchos hombres, sobre el tamaño de su pene. Esta ansiedad en su mayorÃa inconsciente, se basa a que asocia el tamaño del pene con el placer: a mayor tamaño, mayor placer. El Dr. Artidoro Cáceres, sexólogo peruano reconocido, señala que "en muchas actividades humanas se exalta la cantidad y se menosprecia la calidad…Si tengo un gran falo soy un gran hombre creen y dicen los falocráticos…Cada uno se siente PrÃapo y vocifera su complejo, pero cuando su situación es de deficiencia lo calla, lo aguanta, lo sufre". Finalmente diremos, que todo hombre deberÃa comprender, que el tamaño de su pene no es importante, sino como lo conduzca, según los recursos eróticos y técnicos que disponga.
Finalmente, el quinto temor se relaciona con la vejez. Biológicamente, con los años, el interés sexual decrece. Y el temor a ser descartado o superado por la juventud, crea en muchos casos sentimientos de inferioridad. La sociedad da tanta prioridad a la juventud, que incentiva a preservar el deseo sexual en los hombres de manera muchas veces antinatural. Nuestro organismo es sabio, señala poco a poco, lo que necesita, lo que requiere. Enfrentar la vejez requiere de madurez por parte de todo hombre, porque es un ciclo natural. Osho dice que "cuando desaparece el sexo, el hombre mayor tiene un amor y una compasión completamente diferente. En su amor no hay lujuria, no hay deseos; no quiere sacar nada. Su amor tiene pureza, inocencia, su amor es alegrÃa".
En la actualidad, tanto hombres como mujeres poco a poco comienzan a entender que cada persona tiene necesidades sexuales muy personales. Uno de los logros de la liberación femenina se encuentra en que ella al fin ha comprendido, que su cuerpo le pertenece y que no tiene por qué someterse a las demandas sexuales de los hombres. De la misma manera, muchos varones que temen por diversos factores no satisfacer plenamente las necesidades de su compañera, comprenden que brindar satisfacción no es una obligación, sino la consecuencia de una relación entre dos. No hay obligaciones, sino un compartir un acto mutuo entre dos personas, con responsabilidades mutuas. En la medida que se comprenda y entienda que un final feliz, sexualmente hablando no es responsabilidad de una persona, las relaciones sexuales serán estables, equilibradas y plenas.
Autor: Ana Elena Costa
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