El diccionario de la Real Academia dice que salud es "el estado en que el ser orgánico ejerce normalmente todas sus funciones. Libertad o bien público o particular de cada uno y Estado de gracia espiritual".
Tendemos a pensar que estar sano es simplemente que funcione nuestro organismo perfectamente. Y la salud en realidad es mucho más que todo eso. Por lo menos, si no llegamos a ese estado de gracia espiritual del que nos habla la definición, debemos de tratar de estar al máximo en armonÃa con nosotros mismos. Y la única manera de conseguirlo es tratando de conocernos, saber lo que sentimos, lo que esperamos de la vida, lo que nos hace felices o desgraciados, etc.
Vivimos en una sociedad en la que apenas queda tiempo para estar a solas con nosotros mismos. Desde que nos levantamos hasta que nos acostamos estamos ocupados realizando las tareas cotidianas y rara vez nos dedicamos un tiempo para reflexionar, sentirnos, conocernos. Van pasando los dÃas, las semanas, los meses y los años… hasta que una enfermedad fÃsica o un grave problema nos obligan a pararnos y a preguntarnos qué está pasando en nuestras vidas. Cuando no nos paramos a reflexionar, "la vida" nos obliga a hacerlo.
La definición también nos dice "libertad o bien público o particular de cada uno". Somos libres sólo cuando somos dueños de nuestra vida, cuando somos nosotros, de una manera consciente, los que determinamos las experiencias por las que queremos pasar. Nuestra vida está casi exclusivamente dirigida por nuestro subconsciente, en él se han ido acumulando todas las sensaciones, emociones, represiones, que no hemos podido asimilar, todos los malos y buenos recuerdos, todas las experiencias positivas y negativas. Todo ese cúmulo de vivencias cargadas con la emoción constituyen nuestra parte no consciente, nuestro subconsciente, la parte de nuestra mente que queda bajo el consciente.
Ninguno de nosotros queremos estar enfermos o tener problemas en la vida y podemos conseguirlo. El único camino es "conociéndonos a nosotros mismos", esto es, siendo conscientes de nuestro subconsciente. Lo primero que tenemos que aprender es que somos libres y que todo cuanto nos ocurre es una manifestación externa de nuestros pensamientos y emociones. Cuando dejamos de echarle la culpa al jefe, al vecino, al marido, al hermano… cuando realizamos en nosotros la verdad de que somos dueños de nuestro destino y los responsables de todo cuanto nos ocurre, entonces y sólo entonces comenzamos a caminar hacia la realización.
Las experiencias negativas se repiten una y otra vez, parece como si estuviéramos subidos en un caballito de un tiovivo, siempre nos ocurren las mismas cosas a lo largo de nuestra vida y hasta que no las aprendamos y cambiemos dentro de nosotros la orden mental que lo está generando, no dejarán de manifestarse. Si, por ejemplo, pensamos que no valemos nada, nuestro trabajo no será valorado por nuestro jefe. Si nuestro padre murió cuando éramos niños, seguramente siempre te abandonará tu pareja. Si tu nacimiento fue terriblemente costoso, tenderás a pensar que en la vida todo tiene que costar mucho esfuerzo…
Nuestros esquemas mentales influyen de manera decisiva en nuestras experiencias. Todo ocurre fuera de nosotros tal y como lo hemos pensado anteriormente en nuestro subconsciente. Pero no basta con decir "soy una persona valiosa, inteligente y merezco que mi pareja permanezca a mi lado, que mi trabajo sea valorado, etc." porque esto es un pensamiento desde el consciente que difÃcilmente llega al subconsciente.
El subconsciente tiene su propio lenguaje, el de los sÃmbolos, que todos conocemos muy bien a través de los sueños, (cuando dormimos está en comunicación nuestro consciente y nuestro subconsciente). Por lo tanto hay que hablar al subconsciente con su mismo lenguaje para que comprenda lo que queremos y poder cambiar asà nuestros esquemas mentales.
Podemos dejar de ser un mero juguete "del destino" y tomar las riendas de nuestra vida. Podemos recuperar el poder que está dormido dentro de nosotros y hacer de cada uno de nuestros actos, una manifestación de nuestro orden, armonÃa y felicidad interior.
Autor: Cristina Alegre
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