El 18 de enero de 2012 pasará a la historia como uno de los días en que el mundo se rebeló contra la censura encabezada por el Gobierno Norteamericano, quien pretende controlar el ciberespacio con una doble moral de tufo añejo.
Aunque la Ley SOPA, creada supuestamente para detener a los “ladrones extranjeros de propiedad intelectual norteamericana” fue impulsada por el conservador Lamar Smith, a él se unieron demócratas que seguramente no saben nada del ciberespacio más que utilizar correo electrónico y probablemente checar Wikipedia para ilustrarse.
Jimi Wales cofundadador de Wikipedia (el invento que popularizó y democratizó la información tradicionalmente hallada en enciclopedias) dijo que “está muy bien encontrar soluciones al comportamiento criminal en el ciberespacio, pero esta ley está muy mal escrita y no estamos de acuerdo en la creación de un régimen de censura” para responder al problema de la piratería.
Con esta ley el Gobierno Norteamericano pretendía darse el libre derecho, sin pasar por un juzgado, de cerrar cualquier página de Internet que considerase contiene alguna forma de piratería o plagio de derechos de autor. La reacción de cibernautas del mundo fue inusitada. Sólo Wikipedia, que redireccionó a sus visitantes para protestar contra la censura, recibió 156 millones de visitas; más de ocho millones de personas utilizaron ese sitio para reconvenir a sus congresistas. Hubo en un solo día 2.4 millones de tuits contra esta ley (y las propuestas similares en otros países, como México). Más de cuatro millones de personas firmaron la petición de Google contra la censura y por la libertad de expresión. De la mano de estos sucesos están las protestas de Anonymous y hackers como Ghost of Threads, por los arrestos ordenados por Estados Unidos (FBI) a los operadores del sitio Megaupload. Los senadores norteamericanos asustados por la reacción retiraron la propuesta de ley. El senador Lamar dijo que respetaban la diversidad de opinión, pero en realidad lo que subyace en estos tiempos electorales es el miedo a perder millones de votantes.
Esta protesta histórica abre varios debates indispensables. Además de exhibir la doble moral de las élites gobernantes que pretenden implementar leyes de censura sobre ciertos temas, y dejar libres otros verdaderos crímenes, como la pornografía infantil y adolescente, o la compraventa de esposas esclavas y armas ilegales.
Todos estos fenómenos han evidenciado que los gobiernos tradicionales ya no tienen el monopolio de la información, del espionaje y los servicios de inteligencia para dominar a la población. Hay una reacción popular de cibernautas que se niega a ser controlada, manipulada y espiada por los servidores públicos que viven de los impuestos que esa sociedad paga. Cuando Anonymous hackeó a Facebook por permitir pornografía infantil, generó una reacción social más fuerte que ninguna creada por los macarras de la moral de Washington. Mientras los gobiernos defienden la libertad de los explotadores, esclavistas y monopolizadores de medicamentos y semillas, en aras de mantener un obsoleto sistema capitalista que se cae a pedazos en todo el mundo, nacen nuevas formas de rebelión no violenta que habrán de ser valoradas con el tiempo.
Hace una década los centros de espionaje del Estado eran los únicos capaces de mantener en vilo, por ejemplo, a activistas o periodistas incómodos para el sistema. Hoy en día, mientras el CISEN o la PGR tardan meses en “investigar” una amenaza de muerte, en un par de horas un buen hacker puede producir un rastreo exacto, con Google map incluido, de dónde se origino la llamada o correo de amenaza. Por ejemplo, en México, las y los periodistas podemos saber qué autoridades intervienen o clonan nuestros teléfonos o correos electrónicos sin orden judicial y sólo para beneficio político o para apoyar a grupos criminales protegidos por el Estado.
Sin duda la apertura y fortalecimiento del ciberespacio ha cambiado las dinámicas sociales en muchos sentidos. Si bien entraña peligros y se cometen delitos, también ha producido movimientos populares sin precedentes. Exige que las y los senadores estudien antes de legislar desde la inopia; además ha generado la libertad para que las y los autores utilicen sus ideas como Creative Commons, y sobre todo, la posibilidad de arrebatar a los gobiernos corruptos el monopolio del espionaje anticonstitucional. Si no, que le pregunten al director del FBI lo que se siente ser espiado.
Lydia Cacho @lydiacachosi
Fuente:
Lydia Cacho - Hackers vs. régimen de las censuras - Vanguardia